Rufino tiene 56 años. Fue diagnosticado de Parkinson en 2018 y, desde entonces, es voluntario de la asociación APARKAM, en Alcorcón, donde desempeña labores de tesorería.
Siempre le ha gustado la música, especialmente tocar la guitarra. Sin embargo, el braceo del brazo de derecho cada vez le limita más en su afición.
El fútbol era otra de sus aficiones y disfrutaba de largas horas jugando con sus niños, pero los bloqueos de la marcha como consecuencia de la enfermedad le han apartado del campo.
Estos bloqueos, sin embargo, no solo se producen en el terreno de juego, también en su día a día y, como relata, no es la primera vez que se enfrenta a una situación de vulnerabilidad ante gestos y actitudes de una situación que desconoce la verdadera complejidad de la enfermedad.